
¿Qué hace que una ciudad sea “habitable”? Entre los factores decisivos figuran las condiciones de la vivienda, la atención sanitaria, los servicios recreativos, las medidas de protección medioambiental y las normas de circulación.
En el sector del transporte, un número cada vez mayor de ciudades y municipios están adoptando soluciones innovadoras para mejorar la seguridad vial. Se apuesta por una política de tráfico moderna que se alinee con el cambio hacia la movilidad sostenible y satisfaga una necesidad básica de los ciudadanos: desplazarse de forma rápida y segura.
¿Cómo crear un entorno en el que todos los usuarios de la carretera puedan desplazarse de forma rápida y segura? En general, el diseño de los conceptos modernos de movilidad debería basarse en la minimización del uso de vehículos de motor privados y la promoción de la movilidad activa.
Esto se traduce en una mayor micromovilidad y, en consecuencia, en un mayor número de usuarios vulnerables de la vía pública (VRU, por sus siglas en inglés), como peatones y ciclistas, más susceptibles de sufrir accidentes.
La protección de los usuarios vulnerables de la vía pública debe tenerse en cuenta a la hora de implementar soluciones de movilidad modernas. Algunos ejemplos serían un elevado número de carriles bici y zonas de tráfico pacificado.
La tecnología de sensores de vanguardia puede desempeñar un papel fundamental en mejorar la seguridad vial en las intersecciones, proclives a un mayor número de accidentes. En este sentido, existen varios estudios en marcha con la finalidad de lograr este objetivo, como el caso de una intersección en Potsdam, Alemania. Se han instalado sensores de última generación para monitorizar el tráfico motorizado y no motorizado. El objetivo es controlar los semáforos para peatones para garantizar un cruce seguro de la carretera.
Sin embargo, la solución más directa y efectiva es reducir el límite de velocidad y establecer zonas de 30 km/h en áreas urbanas.
Desde mayo de 2021, la OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda un límite de velocidad de 30 km/h para las áreas urbanas.
Globalmente, la OMS afirma que un aumento promedio de la velocidad de 1 km/h se traduce en un aumento del 3 % en el riesgo de sufrir un siniestro y en un aumento aproximado del 5 % en la cifra de fallecidos. En teoría, solo se necesitan 48 segundos más para recorrer un kilómetro a 30 km/h, frente a 50 km/h. Las evidencias reales indican que la velocidad media en áreas urbanas ya se encuentra entre 20 y 30 km/h.
El mero establecimiento de límites de velocidad no supone un aumento de la seguridad vial. Resulta imprescindible una vigilancia eficaz y flexible para proteger a todos los usuarios de la vía.
Los límites de velocidad no controlados crean una falsa sensación de seguridad, ya que se infringen a menudo. En zonas de 30 km/h, muchos conducen a velocidades de 40 km/h o más, a pesar de que el riesgo de accidentes aumenta exponencialmente con el aumento de la velocidad.
En caso de frenada de emergencia a 40 km/h, la distancia de parada (distancia de reacción + distancia de frenado) es de al menos 20 metros. A 30 km/h, en cambio, se reduce a 11 metros. El riesgo de sufrir lesiones mortales en un accidente disminuye aproximadamente un 50 % a 30 km/h en comparación con una velocidad de 40 km/h. Estos datos indican claramente que una diferencia de velocidad que podría parecer poco importante tiene un impacto significativo en la seguridad vial.
Bruselas, la capital de Bélgica, implementó un límite de velocidad de 30 km/h en enero de 2021, junto con controles de tráfico. En el mismo año de su introducción, los accidentes mortales se redujeron a la mitad y los accidentes con lesiones graves disminuyeron en una quinta parte.
En Finlandia, la ciudad de Helsinki optó, ya en 2004, por zonas de 30 km/h en el centro de la ciudad y algunas áreas residenciales, acompañadas de un control exhaustivo de la velocidad. En 2019, la normativa se extendió a prácticamente toda el área urbana, y fue el primer año con cero muertes de peatones o ciclistas, en línea con la iniciativa Vision Zero.
En Edimburgo, Escocia, el número de accidentes de tráfico por carretera disminuyo en un 40 % tras la introducción de un límite de velocidad de 32 km/h, mientras que la mortalidad por accidentes de tráfico se redujo un 33 %. También se aplicaron otras medidas complementarias como el control automatizado de la velocidad.
Un último ejemplo de los EE. UU.: En 2021, cuando se redujo el límite de velocidad a 32 km/h en cincos distritos de Nueva York (Bronx, Brooklyn, Manhattan, Queens y Staten Island), el número de heridos por accidente de tráfico se redujo en un 14 % y el de ocupantes de vehículos heridos, en un 31 %. Desde 2022, los límites de velocidad se monitorizan las 24 horas del día. Las investigaciones realizadas muestran que esta medida preventiva redujo las infracciones de velocidad en un 72 %.
Los límites de velocidad de 30 km/h en zonas urbanas son una medida razonable para lograr un tráfico más eficiente y seguro. Sin embargo, resulta crucial el cumplimiento de dichos límites.
Gracias a los sistemas de medición de la velocidad de VITRONIC, las zonas de 30 km/h se pueden monitorizar de manera eficiente para proteger vidas y garantizar una mayor seguridad para todos los usuarios de la vía pública.