
Una mirada holística del panorama de movilidad actual revela un enorme rompecabezas. Vehículos privados de todo tipo, peatones, distribuidores de logística, servicios de transporte público, autoridades de transporte... cada pieza es un componente fundamental. Cada pieza está en constante cambio. Cada pieza es una fuente de información. Cada pieza está interconectada.
Este rompecabezas supone un reto nunca visto para todas las autoridades, ya sean ayuntamientos, organizaciones federales o ministerios. Solo en Alemania, hay cerca de 75 autoridades de transporte integradas. Unas 450 empresas locales de transporte público forman parte de la Asociación Alemana de Empresas de Transporte (VDV). Estas autoridades emplean a 400.000 expertos en transporte. ¿Cuál es su tarea? Primero, dibujar el mapa de una movilidad verde, segura, fiable y sostenible del futuro y, después, unir las piezas de este rompecabezas.
“Toda la población es consciente de que tenemos problemas medioambientales causados por el tráfico y, por tanto, tenemos que replantearnos nuestro comportamiento", explicó Peter Ummenhofer, fundador de GO Consulting, uno de los expertos internacionales que compartieron sus puntos de vista. El especialista vienés en ITS destacó los cambios de comportamiento y la evolución de la mentalidad de los individuos y apuntó a una desviación general de la dependencia del automóvil en favor de modelos de movilidad más flexibles, ecológicos y conectados. Ummenhofer se apresura a añadir que incluso las personas mayores están modificando su comportamiento y que este cambio no se limita a los jóvenes urbanitas. Ya sea por la creciente conciencia medioambiental, que hace que la gente deje el coche en favor del transporte público, o simplemente por la omnipresencia de los teléfonos inteligentes y los nuevos servicios de movilidad conectados, como las aplicaciones de viajes compartidos o los alquileres a la carta, la población está preparada para nuevos modelos de movilidad que, además, exige.
Este cambio también se observa en los Países Bajos, como muestra el experto holandés en movilidad Cees van Buchem, consultor experimentado en proyectos de tráfico público. “Recientemente hemos topado contra los muros de nuestro sistema en dos crisis locales, [que han provocado] un cambio de paradigma en nuestra comunidad de movilidad”, explica van Buchem. Este pequeño país se defiende de una grave crisis climática que también repercute en el comportamiento del tráfico e incluso bloquea nuevos proyectos de infraestructuras muy necesarios a nivel nacional. Además, se está generando una brecha social cada vez más profunda.
No es solo el usuario final, cada vez más digitalizado, el que impulsa el cambio en la forma de desplazarse de A a B. También los municipios son conscientes de los inconvenientes que representa la dependencia del coche: “Conducir es una de las actividades más caras que una ciudad puede tener en su entorno”, explica el periodista especializado en movilidad Don Dahlmann, quien hace referencia no solo al tiempo que se pierde en atascos anualmente (120 horas para el alemán medio), sino también a los costes aproximados que soportan las ciudades por culpa del tráfico: 2.800 millones de euros al año solo en Alemania. Según el “Global Traffic Scorecard” de Inrix, que mide la congestión del tráfico [1] en 1.360 ciudades de todo el mundo, en 2030 la congestión del tráfico en Estados Unidos, Francia, Alemania y Reino Unido liberará a la atmósfera el equivalente a 17,9 millones de toneladas de CO2, con un coste tremendo. Las previsiones apuntan que, en toda Europa, el coste a largo plazo provocado por la congestión del tráfico podría ascender a 150.000 millones en el año 2050.
En años anteriores, Dahlmann profundizó en el Futuro de la Movilidad, el papel de los Vehículos Autónomos, los retos de las Ciudades Inteligentes, así como en el impacto del IoT y la Inteligencia Artificial (IA) en el sector de la movilidad. “La movilidad se inventó para ahorrar tiempo”, recordó el escritor berlinés a los asistentes a la Cumbre de Tráfico. Desde la invención de la rueda, hemos cerrado el círculo: ahora nuestro tránsito nos hace ir más lentos.
Las autoridades se están poniendo las pilas y cada vez dedican más recursos a construir entornos más seguros, más limpios y con menos tráfico. En Europa, muchas ciudades están erradicando de sus calles los motores de combustibles fósiles. Dahlmann citó los ejemplos del proyecto de supermanzanas de Barcelona, que pretende reducir los trayectos en coche en un 61 %, y el plan de París de establecer distritos sin coches en el centro de la ciudad y reducir el 72 % de todas las plazas de aparcamiento público en los próximos cinco años. Este tipo de iniciativas no se limitan a Europa: Dar es Salaam, la bulliciosa ciudad portuaria de Tanzania, ha puesto en marcha un ambicioso proyecto para frenar el tráfico de automóviles en favor de carriles de autobús.
Los Países Bajos van en la misma dirección: este pequeño país europeo se ha convertido en un laboratorio de conceptos nuevos, como describe el experto holandés en ITS, Cees van Buchem. Destaca ejemplos como la transición desde mitigar los efectos, mediante la imposición del uso de cascos de ciclista para aumentar la seguridad, a resolver las verdaderas causas de las situaciones peligrosas del tráfico, tales como el elevado número de coches o las infracciones de velocidad o de semáforo en rojo. En lugar de promover los vehículos sin conductor o la movilidad eléctrica, los Países Bajos se plantean nuevas formas de movilidad tales como caminar, ir en bicicleta o aumentar el transporte público.
¿Desaparecerán del todo los coches? Según Dahlmann, no totalmente: las tecnologías emergentes como la IA, los vehículos eléctricos y la conducción autónoma impulsarán el desarrollo de nuevos modelos de uso del automóvil y conceptos de tráfico más ecológicos. Esta innovación brindará nuevas oportunidades a las organizaciones de transporte de todo el mundo, oportunidades que no estarán exentas de dificultades.
Impulsados por avances tecnológicos como la IA, el blockchain y la computación cuántica, ahora es más fácil analizar grandes cantidades de datos sobre movilidad, lo que da lugar a nuevos modelos de negocio: a diestro y siniestro surgen proveedores de servicios de transporte privado como Uber, “proveedores de servicios de movilidad de valor añadido”, por ejemplo, empresas que gestionan el aparcamiento y/o el pago de peajes, y soluciones tecnológicas que ayudan a gestionar la fluidez y la seguridad del tráfico. “Yo lo llamo la jungla de las startups de la movilidad”, manifiesta Peter Ummenhofer, quien destaca la complejidad, variedad y velocidad con la que estas soluciones innovadoras y nuevos modelos de negocio compiten por aprovechar el progreso tecnológico. Las autoridades de tráfico tendrán que colaborar con nuevos agentes del sector y pensar de forma modular e interconectada.
“La nueva movilidad implica un 'win-win-win' para todas las partes interesadas”, destaca Ummenhofer, experto austríaco en ITS. Los nuevos conceptos aportarán más seguridad, más comodidad y más opciones a los usuarios del tráfico. Pero también supondrán menos costes y nuevas oportunidades de negocio para los operadores. Al final, toda la sociedad saldrá beneficiada: el futuro será más ecológico y sostenible.
Van Buchem añade y describe lo que él llama un “punto de inflexión” en el cambio de la movilidad personal al transporte compartido y público en los Países Bajos. Impulsados por los límites del cambio climático y una reciente crisis social, los Países Bajos han tenido que plantearse nuevas opciones. Por lo que respecta a los sistemas existentes, existe la tendencia de “diseñar una forma más ágil y cooperativa de trabajar juntos... Ya no percibo tanto un enfoque ascendente, sino más bien un impulso colaborativo en el que el director y el gobierno se alían con usuarios y proveedores”.
Cuanto más complejo se vuelve el rompecabezas del tráfico e intervienen más actores, más importante reviste una estrategia de datos clara, especialmente con las autoridades públicas, subraya Suzanne Hoadley, la cuarta experta del grupo. En Polis, una red de autoridades locales de tránsito con sede en Bruselas, la función principal de Hoadley es capacitar a las autoridades locales de tránsito para que incorporen y aprovechen los datos en sus políticas y prácticas de transporte, datos gracias a los cuales las empresas emergentes también son capaces de desarrollar nuevos negocios.
Los datos sobre eficiencia del tráfico, explicó, constituyen la base para planificar y elaborar políticas de transporte y nos permiten no solo diseñarlas sino también evaluar su impacto. Sin embargo, el aspecto que ha acabado de convencer a Hoadley en sus más de veinte años de experiencia en el sector del transporte es la transición hacia la digitalización y la cultura de los datos que ha observado en las autoridades públicas locales, una especie de despertar y concienciación de que “los datos no son solo un derivado de los sistemas... los datos son un activo valioso que tenemos que conservar. [Esta transición] revela la necesidad de consolidar la cultura de los datos en la administración local”.